O "el nido del cuco", si te gusta más.

No son las 1000 mejores canciones de la historia, ni los 500 mejores poemas, ni los 100 mejores libros, ni tan siquiera las 10 mejores películas, ni los mejores sabores, olores o sensaciones. Son lo que se me ha pegado y sigue pegándose en la piel a lo largo de las décadas que he tenido la suerte de presenciar. Algo que a modo de Jukebox virtual, en el que pueda tener a mano la música, pinturas, fotográfias, etc. que se encuentran desparramadas a lo largo del camino.
Lo que silbo al caminar.
No es nostalgia y por supuesto que, cualquier tiempo pasado tan solo fue, anterior.
Escríbeme un comentario si en algo coincidimos.

sábado, 24 de abril de 2010

La gallarda, esa danza pecaminosa y censurarada


La gallarda solía interpretarse después de la pavana.

Pavana y Gallarda
Donaires


Pavana Impura
Antonio Gamoneda

1. Tu
cabello en sus manos; arde en las manos del vigilante
de la nieve.


Son las cebadas, la siesta de las
serpientes y tu cabello en el
pasado.


Abre tus ojos para que yo vea las cebadas
blancas: tu cabeza
en las manos del vigilante de la nieve.


* * *


2. Todos los árboles se han puesto a
gemir dentro de mi espíritu
al recordar tus bragas en la oscuridad, la luz debajo de tu piel,
tus pétalos vivientes.


Atravesando los aniversarios, a veces
viajan las palomas ebrias.


Venga desnuda tu misericordia, ah paloma
mortal, hija del
campo.


* * *


3. El mirlo en la incandescencia de
tus labios se extingue.


Yo siento en ti grandes heridas y te
desnudas en mis fuentes.


Se extingue el mirlo en las alcobas
blancas donde soy ciego,
donde, algunas veces, suenan en ti grandes campanas.


* * *

4. Busco tu piel inconfesable, tu piel ungida por la
tristeza de las
serpientes; distingo tus asuntos invisibles, el rastro frío del

corazón.

Hubiera visto tu cinta ensangrentada, tu llanto entre cristales
y no tu llaga amarilla,

pero mi sueño vive debajo de tus párpados.


* * *


5. La
inexistencia es hueca como las máscaras y su visión es
lívida, pero tú oyes el grito de las madres del agua y acaricias
los ojos que vieron la inexistencia.


* * *


6. Nuestros
cuerpos se comprenden cada vez más tristemente,
pero yo amo esta púrpura desolada.


Ah la flor negra de los dormitorios, ah
las pastillas del amanecer.


* * *


7. Entra otra vez en las alcobas blancas.


Grandes son las jarras de la tristeza en
las manos mortales.


Entra otra vez en las alcobas blancas.


* * *


8. Amor
que duras en mis labios:

Hay una miel sin esperanza bajo las hélices y las sombras de las
grandes mujeres y en la agonía del verano baja como mercurio
hasta la llaga azul del corazón.

Amor que duras: llora entre mis piernas,

come la miel sin esperanza.


* * *


9. Ha
venido tu lengua; está en mi boca


como una fruta en la melancolía.


Ten piedad en mi boca: liba, lame,


amor mío, la sombra.


* * *


10.Llegan los animales del silencio, pero debajo
de tu piel arde la
amapola amarilla, la flor del mar ante los muros calcinados
por el viento y el llanto.


Es la impureza y la piedad, el alimento
de los cuerpos
abandonados por la esperanza.


* * *


11. He envejecido dentro de tus ojos; eras la
dulzura y el exterminio
y yo amé tu cuerpo en sus frutos nocturnos.


Tu inocencia es como un cuchillo delante
de mi rostro,


pero tú pesas en mi corazón y, como una
miel oscura, yo te
siento en mis labios al ir hacia la muerte.


* * *


12. Eres como la flor de los agonizantes


que es invisible mas su aroma entra


en la sombra nasal y es la delicia,


todo en la vida, durante algún tiempo.


* * *


13. En la
humedad me amas


y eres azul en tus pezones. hablas


suavemente en mis labios y regresas


a tu prisión en la melancolía.


* * *


14. Tu cabello encanece entre mis manos y, como
aguas silenciosas,
nos abandonan los recuerdos. siento la frialdad de la existencia
pero tu olor se extiende en las habitaciones y tu lascivia vive en
mi corazón y entra mi pensamiento en tus heridas.



* * *


15. Existe el mar en las ciudades blancas,


coágulos en el aire dulcemente
sangriento,


sábanas en la serenidad.


Existen los perfumes inguinales, lenguas
en las heridas femeninas


y el corazón está cansado.


Entra con tus campanas en mi casa,
pastora ciega, sin embargo,


como si no tuviera la dulzura su fin aún
en las ciudades blancas.




La Gallarda es una danza renacentista de origen popular adaptada a los repertorios cortesanos. Fue una danza muy popular durante los siglos XVI y XVII, tanto en España, como en Francia, Italia o Inglaterra. Difusión Aunque se trata sin duda de una danza de origen italiano, algunos autores aseveraron que era una danza española, denominada en un principio "romanesca". Durante el siglo XVI y el siglo XVII, la gallarda se difundió de Italia al resto de Europa, Francia, España e Inglaterra, y se mantuvo en alza hasta muy entrado el periodo del Barroco. En el Siglo de Oro español se convirtió en una danza realmente popular, especialmente en la corte de Castilla, donde caballeros y damas se esforzaban con gran entusiasmo por bailarla ...


"La Reina está tan bien como se lo aseguro... sus ejercicios habituales son seis o siete gallardas en un día, además de tocar música y cantar"
John Stanhope

“Si queréis bailar la volté, debéis colocar la mano derecha en la espalda de la damisela y la izquierda debajo del busto y, empujándola con el muslo derecho puesto debajo de su nalga, hacedla dar la vuelta”
Orchesographie
Thoinot Arbeau
(Seudónimo-anagrama de
Jean Tabourot)







El baile de Águedas
Claudio Rodriguez

Veo que no queréis bailar conmigo
y hacéis muy bien. ¡Si hasta ahora
no hice más que pisaros, si hasta ahora
no moví al aire vuestro estos pies cojos!
Tú siempre tan bailón, corazón mío.

¡Métete en fiesta; pronto,
antes de que te quedes sin pareja!

¡Hoy no hay escuela! ¡Al río,
a lavarse primero,
que hay que estar limpios cuando llegue la hora!

Ya están ahí, ya vienen
por el raíl con sol de la esperanza
hombres de todo el mundo! Ya se ponen
a dar fe de su empleo de alegría
¿Quién no esperó la fiesta?
¿Quién los días del año
no los pasó guardando bien la ropa,
cuánto refajo de lanilla, cuánto

Cuánto manteo, cuánta media blanca,
cuánto refajo de lanilla, cuánto
corto calzón. ¡Bien a lo vivo, como
esa moza se pone su pañuelo,
poned el alma así, bien a lo vivo!

Echo de menos ahora
aquellos tiempos en los que a sus fiestas
se unía el hombre como el suero al queso.

Entonces sí que daban
su vida al sol, su aliento al aire, entonces
sí que eran encarnados en la tierra.

Para qué recordar. Estoy en medio
de la fiesta y ya casi
cuaja la noche pronta de febrero.
y aún sin bailar: yo solo.

¡Venid, bailad conmigo, que ya puedo
arrimar la cintura bien, que puedo
mover los pasos a vuestro aire hermoso!

¡Águedas, aguedicas,
decidles que me dejen
bailar con ellos, que yo soy del pueblo,
soy un vecino más, decid a todos
que he esperado este día
toda la vida! Oídlo.

Óyeme tú, que ahora
pasas al lado mío y un momento,
sin darte cuenta, miras a lo alto
y a tu corazón baja
el baile eterno de Águedas del mundo,
óyeme tú, que sabes
que se acaba la fiesta y no la puedes
guardar en casa como un limpio apero,
y se te va, y ya nunca...
tú, que pisas la tierra
y aprietas tu pareja, y bailas, bailas.

2 comentarios:

Alejandro Vázquez Ortiz dijo...

Juas, he caído a su blog de puro azar azaroso de esos algoritmos de google que no se bien como funcionan. Pero se ve que tiene chicha. Un banquete me voy a pegar, picando aquí, bebiendo allá.

Saludos y gracias!

José Mª dijo...

Buen provecho.

Max.


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