Nicolas Poussin - Rinaldo y Armida
Poussin pintó en 1625 este cuadro refiriéndose a las dos célebres octavas del canto XIV de La Jerusalén libertada de Torquato Tasso, en las cuales la maga sarracena Armida, tras hacer caer a Rinaldo en una trampa mortal adormeciendolo con un melodioso canto a orillas del Orontes, se arroja sobre él para matarlo y repentinamente se enamora del joven. En dieciséis endecasílabos se separan y funden a un tiempo el instante inicial y final del cambio pasional de Armida.
En el cuadro ese instante queda reflejado en las extremidades de la maga, la mano derecha "enemiga" estrecha el puñal del homicidio resistiendo, la oposición que sobre el brazo ejerce un pequeño amorcillo, el brazo izquierdo pasa de la sombra a la luz y la mano "amante", se abandona languida sobre la mano de Rinaldo.
En la pintura la sombra y el cambio de colores fríos de las ropas de Armida a los colores cálidos de la armadura dorada de Rinaldo es el transito que se oculta entre el mientras y el ya del poema.
cuán plácido de ver éste respira,
y en los bellos ojos un dulce gesto que ríe,
aun cuando estén cerrados (¿que haría si los vuelve?),
primero suspensa se detiene, y se le sienta
después al lado, y aplacarse la ira
mientras lo mira siente; y sobre la hermosa frente
se inclina ya cual Narciso en la fuente.
Y los vivos sudores que surgían
recoge levemente con su velo
y con ventilar dulce los ardores
le va templando del estivo cielo.
Y así (¿quien lo creyera?)
adormecidos ardores
de ojos ocultos diluyen aquel hielo
que endurecía su corazón más que el diamante:
y de enemiga se mudo en amante.
Pero en el cuadro hay mucho más, se representa el ablandamiento de Rinaldo. Su brazo izquierdo se abandona sobre el escudo y descansa, no por azar, entre el casco y la espada. Ya es un esclavo al abandonarse al amor. El guerrero hosco adopta ahora una postura afeminada. Se ha violado la norma, se han cambiado los papeles. La mujer, aunque seducida es virilmente dominadora y sustenta el puñal, mientras, el hombre guerrero, adopta vergonzosamente en el sueño una postura femenina que en el poema se le atribuye durante toda su estancia en la isla de Fortuna.
Al reluciente escudo la mirada vuelve
donde se refleja cuál y cuanto él sea:
con delicado culto adornados exhalan
aromas y lascivia el pelo y el manto;
y la espada, la espada y no otra cosa contempla
del harto lujo afeminada al costado:
tan guarnecida que inútil ornamento
parece, no militar fiero instrumento.
Cual hombre hosco y grave sueño oprimido
que tras largo delirio vuelve en si
tornó a remirarse a sí mismo
aunque mirarse ya no lo soporta.
Baja ya los ojos, y tímido y humilde
mirando a tierra la vergüenza lo tiene.
Se escondería bajo el mar y dentro
del fuego y en el centro de la tierra.
Aria Lascia ch'io Pianga de la opera Rinaldo de Heandel.
Escena del film Farinelli, il castrato de Gérard Corbiau (1994)
Déjame llorar.
Déjame lamentarme de mi cruda suerte
¡Y añore la libertad!
¡Y que añore, y que añore la libertad!
Déjame lamentarme de mi cruda suerte
¡Y que añore la libertad!
Y si todo esto a la postre es antiguo, no es bello porque es barroco y no simple, si esto no es ARTE, será porque ya "mi Reino no es de este mundo". Ha vencido la estupidez, lo soez. El progreso progresado victorioso proclama que solo lo productivo es necesario, que se echen de las escuelas y universidades las obsoletas humanidades ¡Que gobiernen los bancos!
Todo esto viene a cuento porque el otro día, un estúpido "artista" moderno renegaba en la televisión del barroco porque fue una época en la que se recrudece la caza de brujas y predomina la intolerancia religiosa, pero el cretino olvidaba que en ese periodo nace la ciencia moderna y el racionalismo filosófico. Él, como buen progre, lo denuesta porque se defendía el origen divino del poder soberano pero no cuenta (por ignorancia seguramente) que al mismo tiempo caía la cabeza del rey de Inglaterra.
Este moderno con anteojeras sin despeinarse rebuzna contra una época -él se lo pierde y no sabe cuanto me alegro- en el que son sus profundas contradiciones donde radica la fascinación por este período.
Que los dioses sean clementes. Me voy a caminar.
"Vendrán más años malos y nos harán más ciegos;
vendrán más años ciegos y nos harán más malos"
Rafael Sánchez Ferlosio