Paul (Marlon Brando): —El sillón va junto a la ventana. Así.
Jeanne (Maria Schneider): —Yo sólo vine a devolver la llave.
—La llave me da igual. Quítate el abrigo y ayúdame. Coge esas sillas y tráelas aquí. Ponlas en el otro lado.
—Bien. Coge eso también.
—¡Escuche, monsieur! Me tengo que ir. ¡Señor! Me tengo que ir.
—La cama es demasiado grande para la habitación.
—No sé cómo llamarle.
—No tengo nombre.
—¿Quiere saber el mío?
—¡No, no! No quiero. No quiero saber tu nombre. Tú no tienes nombre y yo tampoco. Sin nombres.
—¡Está loco!
—Quizá, pero no quiero saber nada acerca de ti. No quiero saber dónde vives ni de dónde eres. No quiero saber nada.
—Me está asustando.
—Tú y yo nos vamos a encontrar aquí, sin saber nada de lo que pase ahí fuera. ¿De acuerdo?
—¿Pero, por qué?
—Porque... porque aquí no necesitamos nombres. ¿No lo entiendes? Vamos a olvidarnos de todo lo que conocemos. De todo el mundo, de todo lo que hacemos... de donde vivimos. Vamos a olvidarnos de eso, de todo, de todo.
—Pero yo no puedo. ¿Tú puedes?
—No lo sé. ¿Tienes miedo?
—No.
—Ven.
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