Frutos estraños cuelgan de los árboles
Dicen que Billie Holiday padecía una enfermedad crónica de riñón por no poder mear en los bares de carretera, ni en las gasolineras de blancos cuando cruzaba los estados unidos en sus giras. El autobús en el que viaja con su banda debía parar, en mitad del campo, y siendo de noche, para evitar ser vistos "liberándose de lo superfluo". Un atardecer, después de aguantar horas el dolor en la vejiga, el chofer paró para que Billie se aliviara en una alameda al lado de la carretera, Billie se bajó y al terminar de hacer sus necesidades miró hacia arriba donde divisó sombras que se balanceaban en la obscuridad, eran cuerpos de negros ahorcados por sus blancos y religiosos amos.
Y compuso esta canción:
"Strange fruit"
Los árboles sureños dan una fruta extraña,
la sangre en las hojas y sangre en la raíz,
cuerpos negros que se balancean en la brisa meridional,
fruta extraña que cuelga de los árboles del álamo.
Escena pastoral del sur galante,
de los ojos que bombean y de la boca torcida,
olor a magnolias, dulce y fresco, como el repentino olor de la carne ardiendo.
Aquí está la fruta para que los cuervos desplumen,
para la lluvia al frunce, para que el viento aspire,
para que el sol se descomponga, para que los árboles caigan,
aquí hay un extraño y amargo llanto.
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