Una de esas películas que quedó grabada en mi filmoteca particular, incrementando mi galería privada de imagenes para siempre y aumentando en una buena cantidad la colección de iconos que me siguen acompañando. A pesar de verla embutido en un horrible traje de militar durante ese estúpido, tal vez el más sombrío y desperdiciado, periodo de 15 meses en nuestra vida al que llamábamos la mili.
Nos salvaban la novia, la música, el cine y los calamares del Bar Vita.
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