Todos los días a las 7'50" de la mañana el Sr. Alejandro sube trabajosamente la cuesta que le lleva a la residencia de ancianos y espera a que suenen las 8 en la campana del reloj del Ayuntamiento y abran la puerta.
Todos los días sea invierno, primavera, verano o otoño, llueva, haga frio, viento o nieve. Todos los días desde hace meses da los buenos días al portero, entra y espera en el sofá de visitas.
Hoy por primera vez a pedido algo a una enfermera.
- Señorita, podía darme una aspirina, la rodilla me esta matando.
La enfermera así lo hace y mientras le acerca un vaso de agua dice, que ya es usted muy mayor, que no es necesario que todos los días, tan temprano, suba hasta aquí para desayunar con su esposa.
- Si al fin y al cabo la pobre, con Alzheimer desde hace ya tanto tiempo, no le reconoce siquiera.
- Pero yo si, señorita. Yo si se quien es y lo que le gustaban mis tostadas con manteca "colorá", el beso al levantarnos, las cerezas, las naranjas y los claveles. Yo si se quien es esa mujer y cuanto que me quería.
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