"Si bien cada hombre mata aquello que ama
algunos lo hacen con mirada amarga
algunos con palabra lisonjera.
¡El cobarde lo hace con un beso,
el valiente con una espada!"
(Fragmento de la
Balada de la cárcel de Reading)
Oscar Wilde
A la mañana siguiente Cesare Pavese no pidió el desayuno
Juan Luis Panero
Solo bajó del tren,atravesó solo la ciudad desierta,
solo entró en el hotel vacío,
abrió su solitaria habitación
y escuchó con asombro el silencio.
Dicen que descolgó el teléfono
para llamar a alguien,
pero es falso, completamente falso.
No había nadie a quien llamar,
nadie vivía en la ciudad, nadie en el mundo.
Bebió el vaso, las pequeñas pastillas,
y esperó la llegada del sueño.
Con cierto miedo a su valor
-por vez primera había afirmado su existencia-
tal vez curioso, con cansado gesto,
sintió el peso de sus párpados caer.
Horas después -una extraña sonrisa dibujaba sus labios-
se anunció a sí mismo, tercamente,
la única certidumbre que al fin había adquirido:
jamás volvería a dormir solo en un cuarto de hotel.
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