Pensé que, al no usar el flash, el momento mágico con el fado que conté el otro día se había perdido y la noche de fados a la sombra de la estatua, y en el lugar donde correteó de niño, el Santo Pedro de Alcántara solo quedaría en mis recuerdos. Pero hoy, revisando las fotografías de la cámara, una de todas ella es medio decente, al menos me servirá para recordarlo.
Así que aprovecho la ocasión y cuelgo otro de los fados que cantó: Povo Que Lavas no Rio, en una de las versiones que más me gusta, la de Dulce Pontes.
Pueblo que lavas en el río
que tallas con tu hacha
las tablas de mi ataúd.
Puede haber quien te defienda,
quien compre tu suelo sagrado,
pero tu vida, no.
Me acerqué a la mesa redonda
para beber en un pocillo que esconde
un beso de mano en mano.
Era el vino que me diste
agua pura, fruto agreste,
pero tu vida, no.
Aromas de urce y de lodo,
dormí con ellos en la cama,
tuve la misma condición.
Pueblo, pueblo, yo te pertenezco,
me diste alturas de incienso,
pero tu vida, no.
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