"Todo o amor que nos prendera
Como se fora de cera
Se quebrava e desfazia
Ai funesta primavera"
La semana pasada, de madrugada, paseaba por un pueblo de Cáceres tras asistir a un festival de teatro; desde el silencio de una callejuela me llegaron las notas tristísimas de este fado en el que una mujer llora la muerte de su amante, -algunos dicen que Primavera es el FADO- a mi me recuerda el coro de las tragedias griegas. No me lo podía creer. Corrí en busca de la dueña de la voz y en mitad de una plazoleta, a oscuras, tan solo iluminada por velas, acompañada de dos músicos (un hombre y una mujer), vestida de negro y violeta desgarraba las notas del fado ante unos cien espectadores que los rodeaban sentados en la escalinata de una iglesia renacentista.
Me senté a escasos dos metros de ella (Roçário, es su nombre y no es portuguesa sino de la raya -Cáceres-), podía sentir su respiración mientras desgranaba una selección de fados clásicos. No era Mariza, pero todavía siento escalofríos...
Me senté a escasos dos metros de ella (Roçário, es su nombre y no es portuguesa sino de la raya -Cáceres-), podía sentir su respiración mientras desgranaba una selección de fados clásicos. No era Mariza, pero todavía siento escalofríos...
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