Debía tener, yo, 13 o 14 años cuando los ojos de Marie Laforêt expulsaron a la melena rubia de Sylvie Vartan y ocuparon su puesto en el enamoradizo corazón de aquel adolescente.
Me gustaba en francés:
y también en castellano:
Después conocí a la niña cuyo nombre me sabía a hinojo y que me escribía cartas de amor, en clave desde Badajoz para burlar la censura de las monjas escolapias, entonces comenzaron los males de amor a ocupar este pobre corazón y ya no me abandonaron nunca; al menos hasta hoy (gracias a Dios).
Albert Lynch - The Letter
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