ANGELUS DOMINI
R/. Et concepit de Spiritu Sancto.
Ave Maria, gratia plena, Dominus tecum. Benedicta tu in mulieribus, et benedictus fructus ventris tui, Jesus.
Sancta Maria, Mater Dei, ora pro nobis peccatoribus, nunc et in hora mortis nostræ. Amen.
V/. "Ecce Ancilla Domini."
R/. "Fiat mihi secundum Verbum tuum."
Ave Maria, gratia plena...
V/. Et Verbum caro factum est.
R/. Et habitavit in nobis.
Ave Maria, gratia plena...
V/. Ora pro nobis, Sancta Dei Genetrix.
R/. Ut digni efficiamur promissionibus Christi.
Oremus: Gratiam tuam quæsumus, Domine, mentibus nostris infunde; ut qui, angelo nuntiante, Christi Filii tui Incarnationem cognovimus, per passionem eius et crucem, ad resurrectionis gloriam perducamur.
Per eumdem Christum Dominum nostrum. Amen.
Angelus - Papa Benito XVI
Jean Francois Millet - El Angelus
Dalí estaba obsesionado por la pintura el Angelus de Jean Francois Millet. Presintió que en la tela había un enigma. Algo había en esa pintura lo inquietaba más de la cuenta, tal fue la obsesión que llegó a conseguir que la tela fuera sometida a estudios de rayos X que corroboraron finalmente que en medio de esta inocente pintura había un pequeño ataúd entre los personajes. Al parecer Millet habría querido primero pintar la muerte de un niño, que es despedido sólo por sus padres, una escena sin duda desoladora que quizás respondía a una crítica a la deshumanización de los procesos productivos que en ese tiempo se imponían con fuerza en el campo.
Todo esto le hizo escribir un texto titulado "El mito trágico del Angelus de Millet" en medio de la evacuación de la ciudad de Arcachon (Francia) por la ocupación nazi:
"Observémosla, esa madre que podría muy bien ser una variante de la madre fálica con cabeza de buitre de los egipcios, utiliza a su marido, extrañamente despersonalizado, en carretilla, con el fin de enterrar a su hijo al mismo tiempo que se hace fecundar, siendo ella misma la tierra madre nutridora por excelencia. La imagen doble del falo-cactus se nos presenta como una alusión sin equívoco al deseo de castrar al esposo, quien privado, de este modo, de su dignidad y reducido al estado de simple vehículo, de reproductor, ya no puede servir de pantalla, ni dañar dentro de las relaciones directas madre-hijo o el sol naciente del matriarcado absoluto. En el matriarcado, la madre quiere sustituir al marido reemplazándole en todas las situaciones, en el presente caso en su situación de carretilla, por eso desearía jugar, ser mimada, balanceada rítmicamente por su hijo.
Este gran tema mítico, de la muerte del hijo, sentimiento esencial que se desprendía de mi mito trágico del Angelus de Millet, me fue confirmado una vez terminada mi tesis sin que pudiera verificarlo personalmente en estos últimos tiempos. Me informaron de que en efecto Millet había pintado, entre los dos campesinos, piadosamente recogidos, un ataúd que contenía a su hijo muerto, a la derecha, cerca de un pie de la madre. Según cierta correspondencia, un amigo de Millet que residía en París, le había puesto al corriente de la evolución del gusto en la capital parisina y la reciente tendencia en contra de los efectos demasiado melodramáticos. Probablemente Millet se dejaría convencer y amortajó al hijo muerto con una capa de pintura que representaba la tierra, con lo que se explicaría la angustia inexplicable de esas dos figuras solitarias unidas de hecho por el elemento argumental primordial que estaba ausente de la imagen, escamoteado.”
La intuición de Dalí, la cual pudo corroborar con esa radiografía, lo llevó a desarrollar su método "crítico-paranoico", con la cual establece que es posible saber y conocer sin la necesidad de recurrir siempre a la lógica de la razón.
Toque del Ángelus
Campanas de la catedral de León (España)
Es difícil saber cuando comenzó a tocarse esta llamada a la oración, en recuerdo del momento de la Encarnación. Se dice que se tocaba al atardecer, porque se pensaba que había sido el momento del aviso del Angel. También se dice que Calixto III, en memoria de la toma de Constantinopla frente a los turcos, lo propuso a toda la Cristiandad. La verdad es que esos orígenes, difíciles de verificar, importan poco. Parece mucho más importante recordar el uso tradicional de ese "toque de oración".
Se tocaba tres veces: al amanecer, al mediodía -que antes coincidía con las doce solares- y al atardecer. El toque es sencillo: tres simples golpes de la campana mayor de la torre, para los días normales.
Este toque de oración tenía, además, un sentido civil más amplio: marcaba el tiempo comunitario. El toque de la mañana -en la Ciudad y en muchas otras ciudades y villas- significaba la apertura de las murallas y el principio de la actividad comercial y artesana. A su vez el último toque de oración marcaba el final de la jornada laboral, el cierre de algunos portales de la muralla. Un poco más tarde el "toque de ánimas" indicaba el principio de la noche y el cierre definitivo de las puertas (aunque siempre quedaba abierta alguna de peaje). Entre toque de ánimas y el toque del alba era el momento del silencio -ni siquiera las muertes más importantes se podían avisar mediante las campanas. Solamente el toque de fuego podía romper esa calma de la noche.
El toque de Angelus, con sus múltiples variantes locales, sigue sonando curiosamente en toda la cristiana Europa y especialmente -aunque pueda sorprendernos- en las iglesias reformadas. Desde Polonia a Inglaterra y de Francia o Italia a Noruega tocan las campanas tres veces al día -"aunque no llamen a misa".
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